La asociación estudiantil Ágora Canarias ha logrado entrar oficialmente en el Consejo de la Juventud de Canarias (CJC), un paso que sus miembros describen no solo como un avance institucional, sino como una señal clara de que una nueva generación está lista para asumir responsabilidades y reconstruir el puente entre jóvenes y sociedad.
«Es un antes y un después», afirma Mario Alberto Roldán, presidente de la asociación, reconociendo que el acceso al CJC supone «demostrar que la juventud tiene mucho que aportar y que ya es hora de que se nos escuche con seriedad». A su lado, el vicepresidente y vocal de Innovación y Cultura, Aitor Cervantes asiente y añade: «Queremos cambiar el futuro, y lo vamos a hacer desde la participación real. No venimos a rellenar un asiento, venimos a transformar».
Ambos coinciden en que este logro es fruto de un trabajo que arrancó desde los campus y que ahora se amplía a toda Canarias. «Somos jóvenes que no nos conformamos», insiste Rafael Pérez, secretario general de la entidad, para quien la entrada al Consejo implica también una responsabilidad interna: «Tenemos que organizarnos mejor, coordinar con otras entidades y llevar propuestas sólidas, no simples ideas vagas».
Marwa El Mahi, vocal de internacionalización, destacó que uno de los objetivos será «abrir Canarias al mundo», aunque reconoció que lo que más le emociona es «poder demostrar que los jóvenes canarios también somos internacionales, creativos y ambiciosos».
A su vez, Cristina Vega, vocal de organización, enfatizó que el reto ahora es «crecer hacia dentro». En esto mismo coincide Tatiana Salinas, vocal de comunicación: «Crecer hacia dentro… pero también hacia fuera. Nuestro acceso al CJC nos permitirá mejorar la manera en que contamos lo que hacemos y, sobre todo, escuchar lo que otros jóvenes necesitan». Ambas coincidieron en que Ágora debe ser un espacio donde las inquietudes juveniles se conviertan en acciones concretas.
El trabajo en los campus también será determinante. Delfín Poladura, coordinador de la ULPGC, señaló que «la voz del estudiantado de Gran Canaria necesita estar en la mesa», mientras que Indira Nanwani, coordinadora de la ULL, señala que «también es necesaria la voz del estudiantado que quiere participar, que quiere sentirse parte de algo. De hecho, mucha gente cree que la juventud está desmotivada, pero no es cierto. Lo que falta es que alguien abra la puerta».
Entre los miembros, la idea se repite una y otra vez: no quieren que se les tolere, sino que se les reconozca. Álvaro Galván, vocal de acción política, lo expresa de manera directa: «Queremos dejar claro que la juventud no es un adorno en las instituciones. Nuestro acceso al CJC es la prueba de que podemos influir en políticas reales, desde empleo hasta salud mental, y lo haremos sin miedo a decir lo que pensamos».
Alba Jiménez, vocal de relaciones institucionales, enfatiza que ahora se abre una nueva etapa para tejer alianzas: «El CJC nos permitirá conectar con administraciones, asociaciones y entidades de todo tipo. Pero lo más importante es que podremos conectar a esas instituciones con la juventud que representamos. Somos el puente, y queremos que sea un puente de doble sentido».
Entre ideas que se repiten, todos los miembros de la Junta Directiva comparten un mismo mensaje: la juventud canaria quiere reconectar con la sociedad. No solo para reclamar derechos, sino para ofrecer propuestas, trabajo y una visión fresca del futuro.
«Somos jóvenes que venimos a cambiar el futuro», insiste Mario Roldán, repitiendo casi palabra por palabra lo que habían expresado sus compañeros. Y quizás esa repetición no sea casualidad: refleja que todos están alineados en la misma dirección.
Ágora Canarias entra al Consejo de la Juventud de Canarias no solo como una asociación más, sino como una generación que no quiere esperar a que las cosas cambien, sino participar activamente en cambiarlas. Una generación que quiere hacerse escuchar, y que, desde hoy, tiene un espacio oficial para hacerlo.